Monumento a los Hermanos Prieto en O Carballiño (Ourense)
Los hermanos Prieto Pereira, Adelaida, Severino, Leandro y Juan Ma, fueron benefactores de la villa de O Carballiño. Adelaida dispuso de su capital para fundar el asilo de Ancianos Desamparados. Los tres hermanos varones destinaron la herencia de sus padres a su sostenimiento, pero no siendo suficiente Severino, que había sido juez en Cuba donde se había casado, no dudó en donar al gran fortuna que había recibido al fallecer su esposa.
En agradecimiento a ello se incoa por parte del ayuntamiento un expediente para que se le conceda a los hermanos Prieto la Cruz de Beneficencia. Además en 1919 se habla de erigirles un monumento, será el promotor de la idea el arquitecto del asilo, Jesús López, que se ofrece para realizar gratuitamente el proyecto, el boceto y el presupuesto. A él se suma el contratista del edificio ofreciendo el menor coste posible para erigir el monumento. Los vecinos contribuyeron con una tómbola para recaudar fondos.
Meses más tarde el alcalde a través de un bando convoca al pueblo para elegir una comisión promonumento. Una vez formada llega a los primeros acuerdos de la larga historia de la construcción del monumento. Así nombran presidente honorario al arquitecto Jesús López y se aceptan su proyecto y su boceto. Al ayuntamiento se le pide que ceda el terreno para la ubicación, que libre dinero para este fin y que pida la colaboración de los ayuntamientos del partido. El coste presentado por el arquitecto asciende a treinta y cinco mil pesetas. A continuación se abre una suscripción pública y se recurre a curas y asociaciones para que influyan en la gente.
No todo van a ser parabienes y euforia pues pronto surgen discrepancias y la prensa no es ajena a ello, se quejan de las altas cuotas que deben pagar los ayuntamientos, que si la comisión es maurista y se preguntan si el asilo es para el partido judicial o solo para la villa.
En 1921 a la vez que se inaugura el asilo se coloca la primera piedra del monumento en presencia de numerosas autoridades y de Leandro y fray Juan Ma Prieto. Hubo una ceremonia religiosa presidida por el obispo de Lugo, un banquete y una fiesta civil amenizada por la banda del batallón de Mérida.
En este mismo año la comisión firma un contrato con el escultor compostelano José Mateo Larrauri asiduo de las Exposiciones Nacionales, en las que consiguió varias menciones de honor, que compagina con la docencia y con encargos que efectúa con un estilo depurado y decimonónico. En dicho contrato se especifica que no contando con el capital necesario para ejecutar todo el monumento se comenzará por el pedestal y una vez que se disponga de más fondos se hará la parte escultórica. Esta encomendada a Larrauri por un importe de veintiocho mil quinientas pesetas, cuantía que solo se podrá alterar si materiales y jornales suben de precio. Este importe se abonará en varios plazos.
En 1922 se adjudica por concurso el pedestal y se confirma como lugar para su ubicación la plaza de Elduayen, hoy plaza Mayor. El maestro cantero Secundino Couto se compromete a utilizar sillería de grano fino perfectamente labrado y perfilado. El coste estipulado en once mil ciento cuatro pesetas fue incrementado alegando el contratista que había tenido que pagar jornadas de diez horas a cuatro pesetas. Al quedar la Comisión a penas sin recursos se ve obligada a desistir de momento.
La comisión promonumento intenta en 1927 retomar el proyecto implicando en ello a la Diputación Provincial, y a las sociedades culturales de la villa, busca suscripciones en América. Dos años después había en la caja unas siete mil pesetas más las casi seis mil que aún le debían algunos ayuntamientos entre ellos el del propio Carballiño.
En 1932 un grupo de vecinos hacen una solicitud al alcalde de la villa para que reuna al pueblo en el ayuntamiento para tratar el tema del monumento porque no quieren ser cómplices por más tiempo de ese silencio que nos llena de oprobio. El alcalde publica un bando convocando para tratar el tema. Se designa una nueva comisión que para recabar fondos recurre de nuevo a los ayuntamientos y a América, a las diputaciones gallegas, la de Pontevedra denegará su aportación.
El siguiente paso fue dirigirse al escultor Larrauri a fin de que manifieste si está conforme con el contrato firmado en 1921. El artista responde que dado los años transcurridos todo se ha encarecido y que se ve en la necesidad de elevar el coste total a treinta y tres mil quinientas pesetas. Añade que si la comisión no dispone de esa cantidad que puede optar a que el grupo de la Caridad fundido en bronce sea previsto en mármol y así no se alteraría el precio inicial de veintiocho mil quinientas pesetas.
Ante esto la comisión le pide a Larrauri que deje sin efecto el contrato firmado, para facilitarles la ejecución de la obra ya que no cuentan con esa cantidad. La respuesta de Larrauri a tal petición no se hace esperar y contesta que ya tiene realizada una parte del trabajo, que representa dinero y como yo no ando sobrado
de pesetas no es posible renunciar a ellas, y añade que renunciar sería tanto como pasar por inconsciente y yo no me tengo por tal .... Por multiples razones de carácter profesional y regional no me es posible aceptar tal proposición. No obstante les ofrece la posibilidad de cobrarles el trabajo ya realizado y ejecutar los modelos escultóricos para que con ellos puedan hacerlos en el material definitivo que deseen. Todo esto supondría seis mil quinientas pesetas, además el escultor se reserva el derecho de paternidad de la obra sin que nadie pueda firmarla como autor de la misma.
Un mes después la comisión pide presupuesto a Francisco Asorey que le da un presupuesto para la ejecución de los grupos escultóricos de veintidós mis pesetas pudiendo ser más barato si se realizan en piedra y no en bronce y mármol como estaba previsto.
La comisión decide volver a contactar con Larrauri pero antes el párroco Evaristo Vaamonde, miembro de esta, pide informes del escultor a Zaragoza donde este ejercía la docencia, la respuesta fue muy satisfactoria: excelente persona de muy buena moralidad y que cumple con exactitud los compromisos que contrae.
Con estas noticias sobre la honorabilidad del escultor le escriben haciéndole una nueva propuesta que será la definitiva como le hacen saber al artista además de comunicarle que aunque cuentan con un artista que les hace el trabajo de forma gratuita ellos quieren encontrar la forma de complacerlo a él. Así le proponen que le entregue terminados los bustos en bronce y el grupo de la Caridad en mármol por lo que le pagaran cinco mil pesetas. La fundición y transporte será asumido por la comisión. Le piden que si acepta que venga a la villa a firmar un nuevo contrato a la vez que le reiteran que tenemos muy buena voluntad pero nos falta el dinero. Como respuesta Larrauri dice que si no le abonan el viaje a O Carballiño que desistirá de ir porque ya realizó varios viajes que nunca le abonaron ni un céntimo así como por otros gastos ocasionados. El artista escribe:no estoy dispuesto a sacrificar por esa obra ni un céntimo más ya que si ahora nos arreglamos estoy dispuesto a aceptar como pago a mi trabajo la cantiad de cinco mil pesetas.
Los problemas de la comisión promonumento no terminan con el acuerdo final con el escultor, pues los fundidores Codina querían elevar el presupuesto un veinte por ciento alegando la subida de la vida, al final mantienen lo acordado y funden los bustos. Para costear el grupo de la Caridad en mármol y apenas sin tener recursos la comisión propone afrontar los gastos con un aval personal. El grupo se le encarga a mármoles Altura que no lo entrega en la fecha acordada debido a las huelgas, esto retrasó la inauguración.
Cuando parecían estar superados todos los obstáculos y la inauguración era un hecho, surge la polémica en el propio seno de los organizadores con motivo del punto de emplazamiento. Unos opinan que el pedestal sea desmontando de la plaza de Elduayen y trasladado al parque de Mesiego y otros, entre ellos Evaristo Vaamonde, entienden que debe continuar en la plaza. Se convocó al pueblo a una asamblea en la que se determinó que se debía trasladar al parque y se encargó al ayuntamiento que concluyese la obra, esta última decisión prevaleció y el pedestal del monumento se trasladó y se inauguró el parque que pasó a llamarse de los Hermanos Prieto. Atrás quedaba una larga historia de dieciséisaños varias comisiones y un sinfín de dificultades económicas que no consiguieron frustrar el proyecto llegando al final tal como había sido concebido.
Desde el punto de vista formal el monumento es bastante complejo en la organización del pedestal que partiendo de una base cuadrada se ira complicando, cambiando sus formas y multiplicando la decoración a medida que va ascendiendo: elementos, elementos curvos, guirnaldas, cuatro pilastras estriadas con hojas de acanto en los capiteles sobre los que descansan los bustos en bronce de los cuatro hermanos. La parte superior está rodeada por una corona pétrea de hojas, flores y cintas.
Culmina el monumento el grupo alegórico de la Caridad realizado en mármol. Este lo integran una monja que da una mano a un niño pobremente vestido y la otra la apoya en un anciano encorvado, que carga su peso en un cayado y está ataviado de forma desaliñada.
Esta obra cierra la etapa en Galicia de los grandes monumentos conmemorativos construidos con la combinación de los tres materiales preferidos por la escultura hasta el momento: bronce, mármol y granito.
Ostentoso por tamaño, traza y materiales, sigue los gustos más conservadores de la época, sin apartarse un ápice en ninguno de sus planteamientos. Los bustos de factura correcta son decimonónicos y sólo en el del padre Juan María hay un estudio más realista de su fisonomía. La decoración del pedestal es totalmente ecléctica y el grupo escultórico de la Caridad intenta alcanzar un realismo que no convence plenamente, a pesar de su cuidada ejecución. Todo él refleja la formación academicista y tradicional de su autor, que ya en el monumento dedicado a Pais Lapido había utilizado esquemas semejantes.
Como fruto de esta moda finisecular, aún imperante en gran parte de la escultura pública española, se pueden explicar las semejanzas que guarda la obra que nos ocupa y la ejecutada por Coullaut Valera, en 1913, en recuerdo de Los sainiteros madrileños. Ambos repiten esquemas compositivos similares: pedestales muy arquitectónicos, escalonados en su parte inferior, con pilastras adosadas cuyos capiteles sirven de apoyo a los distintos bustos de bronce y decoración de guirnaldas de diferentes tipos. Culminan en un grupo escultórico para el que uno prefiere el mármol y el otro el bronce.